LA CASONA DE TUDANCA

Pascual Fernández de Linares mandó levantar la casona en 1750, cuando volvió de Perú donde había desarrollado diferentes encargos de la Corona. Al morir sin descendencia pasó a la familia García de la Cuesta y Velarde y por ello es conocida también como Palacio de la Cuesta.

Las visitas de escritores y políticos comenzaron con don Juan Manuel de la Cuesta, bisabuelo de Cossío. Allí pasaron algún tiempo Unamuno (1923), Alberti, que coincidió con Carlos Gardel (1928), José del Río Sainz, Gerardo Diego (1920); Giner de los Ríos, Gregorio Marañón...
Cossío siempre estuvo unido a la Casona de Tudanca

En ella pasaba desde principio de mayo hasta finales de octubre, en que regresaba a Madrid. José Mª de Cossío llegó en mayo 1975 a un acuerdo con la Diputación provincial de Santander, mediante el cual le cedía su Casona de Tudanca, las fincas anexas y todo lo que contuviera a su muerte a cambio de una pensión vitalicia. A su fallecimiento en 1977, el inmueble y su contenido pasan a ser propiedad de la Diputación que inicia las actuaciones para convertirle en un Museo-biblioteca siguiendo el ejemplo de la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander, de la que José Mª de Cossío había sido director interino en los años.
De los retratos dedicados a José María de Cossío destacan dos dibujos que le dedicaron Zuloaga y Vázquez Díaz, y una escultura de Sebastián Miranda, que forman parte de lo que fue el despacho de trabajo del escritor y que se conserva. También podemos ver su rostro visto por Cristóbal Hall, Bonafé, su sobrino Pérez de Cossío o su hermano Mariano de Cossío, de quien se puede ver también el óleo «El bibliófilo». Otros trabajos que forman parte del patrimonio de la Casona son obras de Dionisio Fierros, Ortega Muñoz, Julio Sanz Saiz, Julio de Pablo, G. Valdeón o Eduardo de Vicente.

De los antiguos moradores de la Casona se guardan numerosos objetos como un poncho peruano y varios trabajos de platería traídos por Pascual Fernández de Linares. Del general Gregorio de la Cuesta, además de su retrato y escudo de armas, se conserva la cama portátil que llevaba al frente durante las guerras napoleónicas.Son muchos los materiales relacionados con el ambiente taurino que pueden verse, como las fotografías dedicadas de Cayetano Ordóñez o José (Gómez) Ortega «Gallito», de quien también se guardan las catorce carpetas que conservaba una de las hermanas con programas, carteles, crónicas... o la colección de aguafuertes de Zuloaga el Mozo.

La biblioteca de la Casona está formada por casi 25.000 volúmenes, con publicaciones de los siglos XVI al XX. El más antiguo data de 1517. Se conservan las ediciones de los escritos del propio Cossío y una de las primeras ediciones de la colección Austral de Espasa Calpe, que incluye aquellos ejemplares no publicados en España y que eran enviados desde Buenos Aires por valija diplomática.
El verdadero tesoro bibliográfico de la Casona son los manuscritos que custodia, sobre todo de escritores vinculados a la Generación del 27, con textos de Rafael Alberti, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Jorge Guillén..., «Sobre los Ángeles», «Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías», «El hombre acecha», el Cancionero iniciado por el propio Cossío en 1940 y compuesto por los pliegos autógrafos de 300 autores.
Otros textos originales que se custodian pertenecen a Pereda, Unamuno, Manuel Azaña, Dámaso Alonso, José Hierro, Cela del que se preserva la transcripción autógrafa de «La familia de Pascual Duarte». A todo ello hay que añadir el archivo histórico familiar y el amplio epistolario que Cossío mantuvo con los poetas del 27.